jueves, 11 de septiembre de 2014

UN GIGANTE LLAMADO CHÁVEZ... LÉELO, SABRÁS EL PORQUE DE SU GRANDEZA...

Los motivos del lobo por Francisco de Asís

Oliver (Opinión)

11 septiembre 2014 | 1 Comentario

Saliendo a la calle desde el HOTELhttp://cdncache-a.akamaihd.net/items/it/img/arrow-10x10.png Alba,
en estas recientes jornadas del Taller de Formación,
un hombre joven me salió al paso.
Dijo simplemente: “Farruco”.
Me detuve. Llevaba una gorra y una chaqueta tricolores.
Me tomó del brazo.
Buscó mi mirada y preguntó:
 “¿Te acuerdas de mí?”.
Me pareció conocido. Le dije: “Sí”.
Pero repreguntó: “¿de dónde?”
Me dio un poco de pena.
Le dije que sabía que lo había conocido pero que no lo precisaba bien.Me dijo:
 “Soy el muchacho de la portada del libro,el de la foto con el Comandante”. 
Mi corazón dio un salto. No podía creerlo.Me emocioné y le manifesté mi alegría por verlo.
-”¿Qué haces? ¿Estás bien? Fuiste a Cuba para el tratamiento ¿verdad?
 ¿Cómo te fue por fin? ¿Cuánto tiempo estuviste?”, le pregunté
- “Fueron 18 meses. Y me recuperé totalmente. Ya ves”, me dijo.
La historia de cómo el presidente Hugo Chávez había detenido el carro que iba
conduciendo por una calle de El Silencio, para levantar a un hombre tirado en la acera
bajo unos cartones, se la conté a Ignacio Ramonet, que la incluyó
en el prólogo de su libro Mi Primera Vida. Más tarde apareció una fotografía de la escena
y la utilicé para portada de El Amor en Batalla, donde volví a referirme al caso.
Allí conté cómo Chávez lo abrazó y estuvo más de un cuarto de hora conversando con él.
 Y cómo luego levantaron otros cartones y apareció un segundo joven.
Recordando la escena, aproveché para preguntarle ahora:
“¿Y el otro muchacho que estaba contigo? ¿Cómo le fue?”.
“No, el recayó y más tarde murió”, me comentó.
“Qué dolor. Pero ¡Qué bueno que tú saliste adelante!”, le dije
“Si, estoy totalmente recuperado”, me respondió.
Estuvimos hablando un rato. Le pregunté y me contó detalles de su vida.
No tiene familia. Trabaja como motorizado para un ministro.
Me dijo, un poquito temeroso: no sé que va a pasar si lo cambian.
 Le aseguré que todo iba a ir bien.
Nos abrazamos. Me sentí Chávez.
Refiriéndose a ello me dijo simplemente al despedirnos:
 “¡Aquel abrazo del Comandante salvó mi vida!”.




Farrucosesto@gmail.com
Foto/Archivo

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