Los motivos del lobo por Francisco de Asís
Oliver (Opinión)
11 septiembre 2014 | 1 Comentario
Saliendo a la calle desde el HOTEL Alba,
en estas recientes jornadas del Taller de Formación,
un hombre joven me salió al paso.
en estas recientes jornadas del Taller de Formación,
un hombre joven me salió al paso.
Dijo simplemente: “Farruco”.
Me detuve. Llevaba una gorra y una chaqueta tricolores.
Me tomó del brazo.Buscó mi mirada y preguntó:
“¿Te acuerdas de mí?”.
Me tomó del brazo.Buscó mi mirada y preguntó:
“¿Te acuerdas de mí?”.
Me pareció conocido. Le dije: “Sí”.
Pero repreguntó: “¿de dónde?”Me dio un poco de pena.
Pero repreguntó: “¿de dónde?”Me dio un poco de pena.
Le dije que sabía que lo había conocido pero que no lo precisaba bien.Me dijo:
“Soy el muchacho de la portada del libro,el de la foto con el Comandante”.
Mi corazón dio un salto. No podía creerlo.Me emocioné y le manifesté mi alegría por verlo.
“Soy el muchacho de la portada del libro,el de la foto con el Comandante”.
Mi corazón dio un salto. No podía creerlo.Me emocioné y le manifesté mi alegría por verlo.
-”¿Qué haces? ¿Estás bien? Fuiste a Cuba para el tratamiento ¿verdad?
¿Cómo te fue por fin? ¿Cuánto tiempo estuviste?”, le pregunté
¿Cómo te fue por fin? ¿Cuánto tiempo estuviste?”, le pregunté
- “Fueron 18 meses. Y me recuperé totalmente. Ya ves”, me dijo.
La historia de cómo el presidente Hugo Chávez había detenido el
carro que iba
conduciendo por una calle de El Silencio, para levantar a un hombre tirado en la acera
bajo unos cartones, se la conté a Ignacio Ramonet, que la incluyó
en el prólogo de su libro Mi Primera Vida. Más tarde apareció una fotografía de la escena
y la utilicé para portada de El Amor en Batalla, donde volví a referirme al caso.
Allí conté cómo Chávez lo abrazó y estuvo más de un cuarto de hora conversando con él.
Y cómo luego levantaron otros cartones y apareció un segundo joven.
conduciendo por una calle de El Silencio, para levantar a un hombre tirado en la acera
bajo unos cartones, se la conté a Ignacio Ramonet, que la incluyó
en el prólogo de su libro Mi Primera Vida. Más tarde apareció una fotografía de la escena
y la utilicé para portada de El Amor en Batalla, donde volví a referirme al caso.
Allí conté cómo Chávez lo abrazó y estuvo más de un cuarto de hora conversando con él.
Y cómo luego levantaron otros cartones y apareció un segundo joven.
Recordando la escena, aproveché para preguntarle ahora:
“¿Y el otro muchacho que estaba contigo? ¿Cómo le fue?”.
“¿Y el otro muchacho que estaba contigo? ¿Cómo le fue?”.
“No, el recayó y más tarde murió”, me comentó.
“Qué dolor. Pero ¡Qué bueno que tú saliste adelante!”, le dije
“Si, estoy totalmente recuperado”, me respondió.
Estuvimos hablando un rato. Le pregunté y me contó detalles de su vida.
No tiene familia. Trabaja como motorizado para un ministro.
Me dijo, un poquito temeroso: no sé que va a pasar si lo cambian.
Le aseguré que todo iba a ir bien.
No tiene familia. Trabaja como motorizado para un ministro.
Me dijo, un poquito temeroso: no sé que va a pasar si lo cambian.
Le aseguré que todo iba a ir bien.
Nos abrazamos. Me sentí Chávez.
Refiriéndose a ello me dijo simplemente al despedirnos:
“¡Aquel abrazo del Comandante salvó mi vida!”.
“¡Aquel abrazo del Comandante salvó mi vida!”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario