¡Salve Divina Pastora!
Historia y leyenda conviven en un hermoso
relato cuyo origen se sitúa hacia el año 1740, cuando el vicario de la
Inmaculada Concepción de Barquisimeto quiso para su iglesia una imagen de la
Divina Pastora. Coincidió el entusiasmo del párroco con el del cura del pueblo
de Santa Rosa del Cerrito, en ese momento Sebastián Bernal, quién encargo al
mismo escultor una pieza pero de la Inmaculada.
Equivocación o milagro, lo cierto es que al
abrir el cajón con la imagen encargada, consiguió el padre Bernal a la Divina
Pastora y no a la Inmaculada solicitada. Al darse cuenta del error, mandó a
cerrar la caja y enviarla a Barquisimeto.
Entonces ocurrió un hecho inusitado: ni la
fuerza de mil hombres pudo mover el cajón. La noticia corrió de boca en boca y
de otra cosa no se podía hablar.
El hermano nectario María cuenta que el padre
Bernal comunicó el hecho al Vicario quien afirmó estar convencido de la
voluntad de la Virgen de permanecer en la iglesia de Santa Rosa.
En el año
de 1812 se dio en Barquisimeto un terremoto que también sacudió a la cercana
población de Santa Rosa, el cual derribó la iglesia, sin embargo no pudo hacer
lo mismo con las paredes y el techo que protegían la imagen de la Divina
Pastora; se improvisó una capilla y en ella estuvo hasta 1850 cuando el padre
Macario Yépez la trasladó a otra capilla provisional levantada sobre las ruinas
de la iglesia de Santa Rosa, reconstruida finalmente el 30 de agosto en 1864
cuando se colocó en ella la Virgen.
Implorando su infinita misericordia el padre Macario Yépez, quien estaba afectado por la epidemia, pidió
a la Divina Pastora ser la última persona en morir de la enfermedad, petición
que fue concedida.
A partir
de ese día cesó el cólera, por lo que en recuerdo a ese hecho cada 14 de enero
se traslada en una multitudinaria y fervorosa procesión a la Divina Pastora,
desde su iglesia en Santa Rosa hasta Barquisimeto.
El
presbítero José María Raldíriz instituyó la costumbre de traer todos los 14 de
enero la Divina Pastora a Barquisimeto. La primera vez en 1856, como homenaje
de gratitud por su protección contra la epidemia de cólera ocurrida el año
anterior, pero luego se convirtió en devoción de la feligresía barquisimetana,
que se mantiene hasta la fecha. Así debió continuarse la tradición, pues fue
como nació.
El 14 de enero de 1906, en ocasión del
cincuentenario de la visita, la Virgen recibió un hermoso regalo: su Himno. Con
música de Simón Wohsiedler y letra del poeta Andrés Delgado nació un homenaje
poético y musical que no falta en la cita de su viaje ni de su retorno.
El centenario de la procesión (1956) fue el
año escogido para realizar la Coronación Canónica de la Virgen, en ese momento
era el obispo de la Diócesis monseñor Críspulo Benítez Fontúrvel.
Silvia Riera
Pasante deComunicaciónSocial
Sección 1506
Aldea Zarina de Asuaje
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